jueves, junio 28, 2007

PUBLICADO EN EL PAÍS A FECHA DE HOY:

Sérge Lozako es un superviviente nato. Este inmigrante congoleño, que cumplirá 21 años en agosto, ha sido el primero que ha conseguido saltar la verja fronteriza de Ceuta desde el 29 de septiembre de 2005. Desde entonces, otros seis inmigrantes lo han intentado, pero sólo Sérge lo ha logrado.
La vida nunca ha sido amable con él. "No sé lo que es ser feliz", dice este chico de mirada triste. Lleva desde el sábado en el centro de acogida de la ciudad autónoma. Huérfano desde la niñez, perdió a sus padres y hermanos en la guerra que aupó al poder a Laurent Kabila, que instauró la República Democrática del Congo.
"Entonces tenía 10 años y estaba en Kinshasa. Sólo me acuerdo que me recogió un vecino; ha sido el que me ha criado, pero nunca como a uno de sus hijos". En el antiguo Zaire, el joven estudió jardinería, aunque nunca ha trabajado. "Mi ilusión es trabajar, de jardinero o de lo que sea", explica en francés. De momento, quiere pedir asilo político y luego "a ver qué pasa".
Hace tres años, Sérge "no podía más". Decidió viajar a Europa, "a España, siempre a España", dice. Recorrió como pudo el Chad, Camerún, Nigeria, Níger, Argelia y luego Marruecos. En diciembre pasado, el joven realizó en Melilla su primer salto a una valla, ya entonces con éxito, aunque fue inmediatamente devuelto a Marruecos, donde la gendarmería marroquí le propinó una brutal paliza de la que le quedan visibles secuelas, como una herida enquistada en su costado derecho.
"Alguien me pegó un tiro"
"Me sacaban y metían la cabeza en el agua constantemente. Sólo recuerdo que alguien me pegó un tiro". Luego, algunos agentes lo llevaron hasta un hospital de Nador, donde tras unos días fue expulsado a Argelia. Fue entonces cuando decidió que era mejor llegar a Ceuta. El joven tiene perdida la noción del tiempo y del espacio. Asegura haber recorrido a pie 600 kilómetros en 17 días, desde la frontera argelina hasta Tetuán, ciudad marroquí a unos 30 kilómetros de la frontera española.
Sérge, que es de "ideas fijas", decidió que tenía que intentarlo otra vez. Se internó solo en el bosque, donde pasó algún tiempo. El viernes decidió probar suerte. De nuevo con éxito.
Fue una noche de fuerte viento y las alarmas se dispararon cerca de 6.000 veces. Una de ellas alertaba del salto de Sérge, aunque al parecer nadie se percató. El chico se encaramó a la primera verja y trepó hasta la concertina protegido sólo con unos guantes de lana, una chaqueta de invierno, un jersey y un gorro para evitar en lo posible los cortes provocados por los alambres de espino. La chaqueta quedó colgada de la valla. Era la evidencia de su aventura. Luego trepó de nuevo los más de seis metros de la segunda valla.
"Recé a Dios y le pedí que me dejara entrar, que ya lo había pasado bastante mal en la vida". Nadie le paró, pero sabía que ya estaba en España. Corrió todo lo que pudo, herido y magullado, hasta que paró a un coche con dos chicos que estaban de marcha. Eran las 2.35 de la madrugada. "Les pedí ayuda, que me llevaran a una comisaría, pero salieron corriendo", se lamenta. Su periplo terminó cuando en su deambular por la ciudad le paró una pareja de agentes de paisano. "¿Y tú de dónde has salido?", le dijeron. "Acabo de saltar por la valla".