De ElPaís de hoy:
Copio extractos de la entrevista a Les Luthiers.
-Daniel Rabinovich añade: ..."¿Qué hemos ganado? Novias, muchas; dinero, bastante; fama, toda; éxito, el merecido. ¿Qué hemos perdido? Cabello, mucho; dinero, bastante; novias, todas..."
-Rabinovich se suma a la definición de la relación como algo complicada. Y en cuanto a si pesa eso de conocerse las neuras, manías, vicios y fobias de todos ellos, señala rotundo: "Repase sus libros de física elemental. Verá usted que los elementos que ha mencionado no pesan. Algunos de ellos molestan a veces, pero no pesan, de verdad"
-Ellos, como profesionales de la risa que son, tienen muy calados a los personajes que no saben mofarse de sí mismos: "Mire usted a su alrededor y se dará cuenta enseguida de quiénes son. ¿No es cierto que no le gustan cómo son los que no saben reírse de sí mismos?... Pues a nosotros tampoco", apunta Rabinovich. López Puccio se suma a la moción. Quienes pueden reírse de sí mismos son aquellos con poca soberbia.
SIN MÁS PALABRAS POR MI PARTE. DESDE AQUÍ MI RECONOCIMIENTO A ESTOS GRANDES!!!.
martes, noviembre 10, 2009
martes, noviembre 03, 2009
ORGULLO PATRIO
El soldado de piel morena recordaba, amarrado al poste, la situación que le había llevado frente a los ocho fusiles que ordenados en fila le apuntaban. Diez días antes, portando el estandarte nacional, llegó junto a su general en el fragor de la batalla; justo en el momento en que éste recibía un balazo en la cara interior del muslo y caía herido al suelo gritando cual cerdo en matadero. La sangre brotaba a chorro de la herida de bala, cuyo agujero atravesaba la femoral. El soldado de piel morena reaccionó instintivamente, miró a un lado y a otro buscando algún objeto con el que asistir a su general, algún trozo de tela limpio con el que hacer un buen torniquete y vendar la herida. Pero su uniforme y los de los muertos que les rodeaban estaban manchados de sangre y barro. Miró a un lado, a otro, hacia arriba, BINGO. Arrancó la bandera del mástil, la desgarró en tres tiras, una para el torniquete, una para la venda y otra para empaparla con el agua de su cantimplora y vendar con ella la frente del general. Partió el palo de la bandera en dos, improvisó unas parihuelas y obligó a otro saldado a ayudarle a transportar al general a la enfermería...
La batalla se ganó, el general salvó la vida...
El general levantó el sable lentamente, el tambor terminó su redoble, el general descargó su brazo armado y los ocho fusiles descargaron su pólvora al unísono. No hizo falta el tiro de gracia.
Así se pagaba la ofensa a las insignias patrias. El general no había podido plantar su estandarte en la posición enemiga y la victoria quedó deslucida.
Envainó su sable, giró en redondo y, caminando con una ligera cojera, le dijo a su lugarteniente: "¿Dónde tendremos la próxima batalla?".
La batalla se ganó, el general salvó la vida...
El general levantó el sable lentamente, el tambor terminó su redoble, el general descargó su brazo armado y los ocho fusiles descargaron su pólvora al unísono. No hizo falta el tiro de gracia.
Así se pagaba la ofensa a las insignias patrias. El general no había podido plantar su estandarte en la posición enemiga y la victoria quedó deslucida.
Envainó su sable, giró en redondo y, caminando con una ligera cojera, le dijo a su lugarteniente: "¿Dónde tendremos la próxima batalla?".
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