lunes, julio 22, 2013

OSITO DE PELUCHE

Estrella recibió un osito de Peluche como regalo de cumpleaños. Lo adoraba, lo abrazaba con fuerza, con mucha fuerza. Lo colocaba en el centro de su cama, arrojando al suelo el resto de peluches que su madre colocaba sobre ella cuando le arreglaba el dormitorio; jugaba con él, lo llevaba de aquí para allá, al principio con sumo cuidado de que no se manchara, de que no se rompiera. Un día, la madre de Estrella dejó al oso sobre la sillita rosa del rincón mientras hacía la cama, y luego olvidó colocarlo de nuevo en su lugar. Cuando Estrella llegó al dormitorio miró a la cama no vio a su osito, primero sintió miedo, un profundo miedo, que pasó a una sensación de pánico, rabia e inseguridad. Ella ya había perdido otros juguetes antes, y por ello los maldecía. ¡Cómo se habían atrevido a moverse de su lado!. Ni siquiera pensó en el posible descuido de su madre. Llena de rabia giró sobre sus pasos para salir al jardín y gritar. Pero al girarse vio el osito en el rincón, despanzurrado sobre la sillita rosa, mirándo a Estrella fíjamente con sus ojos marrones de cristal y su sonrisa cosida con hilo negro. Estrella fue hacia él, pero no le dio un abrazo, no esta vez... rabia, sentía rabia. Así que le propinó un fuerte puñetazo (todo lo fuerte que sus pequeñas manos podían propinar) en la barrigota. Dos puntadas de hilo que cosían la panza blanca del oso se rompieron, dejando asomarse a unas pocas hebras de algodón de relleno.
Desde ese día los abrazos al oso eran menos frecuentes, aunque seguía descansando en el centro de la cama. Estrella seguía jugando con él, pero ya no lo transportaba con sumo cuidado, lo arrastraba de uno de sus brazos o piernas, y con él pagaba sus frustraciones infantiles; al fin y al cabo, su relleno de algodón y gomaespuma hacía que golpes y puñetazos apenas dolieran.
Al cabo de unos meses el oso estaba sucio, deshilachado, con un brazo a medio colgar y una pierna casi sin relleno. Incluso había perdido un ojo marrón de cristal y media sonrisa caía descosida en un lado de su cara.
Un día Estrella miró al oso; en su estado ya no le gustaba, así que fue a buscar a su madre con el oso a rastras y le dijo que lo tirara a la basura, luego volvió a la habitación y buscó de entre sus peluches a un nuevo compañero de juegos. Eligió un hipopótamo rosado al que abrazó con mucho cariño.

¿Qué fue del oso?, podríamos decir que la madre de Estrella lo arregló, lo limpió, lo cosió y lo dio en donación a un colegio infantil; pero de momento dejemos al oso junto al cubo de la basura, mirando hacia la calle con su ojo sano de cristal y su media sonrisa, a ver quién pasa.

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